En la actualidad, las personas parecen estar muy concentradas en entrenar sus cuerpos. Invierten muchas horas del día en el gimnasio, corriendo por las calles y asistiendo a cualquier tipo de clase con la esperanza de eliminar algunas calorías. El interés por la apariencia se ha vuelto tan excesivo que han olvidado ejercitar el cerebro.
Afortunadamente, existen muchas maneras de entrenar nuestra mente. Algunos arman rompecabezas; otros, doblan papel y lo convierten en figuritas. Hay quienes prefieren leer libros, mientras que existen ciertas personas, como mi abuelo, que resuelven crucigramas. Era tan adicto a este pasatiempo que todas las mañanas salía a comprar el periódico sólo para rellenar cualquiera de los que aparecían publicados en las últimas páginas de la prensa. Nunca entendí cómo hacía para completarlos: no usaba internet para ayudarse. Gracias a él conocí los crucigramas.
Cada vez que hacemos crucigramas, mantenemos activas las uniones neuronales conservándolas jóvenes por más tiempo. Con esto prevenimos enfermedades como la demencia o el Alzheimer, pues ejercitamos nuestra cabeza. De esta manera, nos convertimos en personas mucho más inteligentes y ágiles, lo que nos permite resolver cualquier problema que se nos presente en nuestro día a día. Además, son una excelente opción para desarrollar las habilidades verbales, ya que nos ayudan a enriquecer nuestro vocabulario y a adquirir cultura.
Cuando nuestro cerebro está activo, producimos más mielina, una sustancia que permite transmitir de manera rápida los impulsos de las neuronas, impidiendo el deterioro de este órgano. Con los crucigramas, la persona se ve obligada a utilizar estrategias de atención, lógica y memoria, permitiendo ejercitar y fortalecer su cerebro.
Este pasatiempo es una magnífica opción para distraernos durante el tiempo libre. Nos produce bienestar, reduce el estrés y permite que liberemos endorfinas (hormonas de la felicidad). Además, todos los que sabemos escribir podemos resolver uno: no hay límite de edad; aunque, ciertamente, es una actividad más recomendable para las personas mayores, pues ayuda con su actividad cerebral que es mucho más débil.
Hoy por hoy, este tipo de juego no tiene competencia. Y es que a pesar de existir tanta tecnología, los crucigramas se mantienen vigentes: todavía los conseguimos publicados en casi todos los periódicos y revistas. No necesitan baterías ni enchufes, son muy prácticos para llevar, y los podemos resolver en cualquier lugar. Es una actividad que no tiene desperdicio.
Mi abuelo tenía 86 años cuando murió. Hasta el último día de su vida tuvo una memoria brillante. No puedo asegurar que los crucigramas hayan sido los responsables de esto. Pero indudablemente sí ayudaron a mantenerlo lúcido. Todavía no logro completar uno, quizá deba convertir este pasatiempo en un hábito, en una rutina, así como hizo él. Después de todo, es una diversión económica y un maravilloso regalo para nuestro cerebro. ¿Qué esperas? Comienza a consentir tu cabeza y mantén en forma tu mente.