A poco más de una hora de Toronto existe un lugar que reúne lo mejor del campo y de la ciudad. Un destino donde puedes comprar y entretenerte, pero también perderte en sus bosques, prados y granjas donde aún vive gente sin las comodidades de hoy. Un lugar donde el tiempo se detiene, donde reina la calma, interrumpida sólo por el sonido del viento acariciando los árboles o del agua escurriendo por sus cascadas y ríos.
Se trata de St. Jacobs, el hogar de 4 mil menonitas del Viejo Orden y un destino que durante décadas ha dado la bienvenida a miles de visitantes que buscan aquí el relajo y la desconexión. Pero una pasada por St. Jacobs es más que eso: es también un viaje introspectivo, una pausa para reflexionar sobre nuestras propias vidas.
Una pausa en el tiempo
St. Jacobs es una aldea de historia y tradición y para conocerla, lo mejor es partir por su Centro del Visitante, donde aprenderás todo sobre la vida de los menonitas. “Gente de todo el mundo llega a este lugar curiosa de conocer a los menonitas, siendo que ellos, al contrario, buscan una vida tranquila y reservada. Este centro fue justamente creado para informar al turista y respetar al mismo tiempo la privacidad de estas comunidades”, explica Jenny Shantz, de turismo St. Jacobs.
En rasgos generales, los menonitas son una rama pacifista y trinitaria del movimiento cristiano anabaptista, originado en el siglo XVI. Comparten las creencias centrales con los cristianos de las iglesias católicas, protestantes y evangélicas y consideran que el bautismo y la membresía en la iglesia deben ser voluntarias. Fueron perseguidos y ejecutados y por lo mismo, emigraron a lugares como Pennsylvania “para poder vivir y adorar en paz”. Posteriormente se dispersaron por Canadá y otros países, debido mayormente a su rechazo a los conflictos bélicos.
Si quieres verlos en persona, puedes ir a las granjas (en el centro encontrarás un mapa con todas las existentes en el área) y comprarles algunos de sus productos (huevos, fruta, verduras, jarabe de arce, embutidos, leches, carnes o pasteles caseros). A diferencia de lo que muchos creen, se trata de personas comunes y corrientes, amables y humildes, que creen en una vida pacífica e íntegra y que rechazan las comodidades modernas. Prefieren andar en carretas para disfrutar del paisaje y vivir en las granjas porque ahí cosechan sus productos, tal como lo hacían los primeros cristianos. Sus casas fueron construidas por ellos mismos. Los valores y convicciones que los motivan, son la religión, la familia y el trabajo.
Horse Drawn Tours (www.stjacobshorsedrawntours.com ) ofrece paseos en trolley a una granja menonita, donde recorrerás los bosques de arce y huertos de manzana y aprenderás acerca de la vida en la granja. Si vas en primavera, verás cómo se produce el famoso syrope de maple y podrás comprar algunos ejemplares. En la granja, se venden además los famosos edredones (quilts) hechos a mano, que junto con los derivados del arce, son los productos estrella de la zona (todos los años se realizan festivales en su nombre).
Sabores y creaciones locales
Otra forma de conocer a los menonitas es visitando el famoso St. Jacob's Farmer Market ( abierto jueves y sábado) donde verás a más de cien vendedores ofreciendo toda clase de alimentos frescos, comidas y artesanías. En este mercado pintoresco se mezclan sabores, aromas y colores: encontrarás desde quesos hasta cecinas (las más famosas son las summer sausages o salchichas curadas, que no necesitan refrigeración), carnes frescas y ahumadas, panqueques, jarabe de arce y sus derivados, magdalenas, bolos de canela, pies y panes artesanales, donuts de diferentes estilos, mermeladas, aceites y salsas para untar, entre otras delicias. Algo imperdible son las manzanas fritas de The Fritter Co. que, untadas en canela y azúcar, son la nota dulce del día (hay que hacer fila eso si).
Junto a su amplia variedad de productos, el mercado es un imperdible por la conveniencia de sus precios: puedes llevarte un pie por 6 dólares, tres canastas con frutillas por 5 dólares o tres bolsas de pan por el mismo precio. En sus pasillos, también encontrarás artesanía nativa, artículos de decoración, vestuario y hasta una peluquería. En su exterior, si el clima lo permite, se monta una enorme feria de las pulgas.
Como ya te contamos, una de las actividades ícono de St. Jacobs es el arte del edredón ( o quilting). En las casas ubicadas en las granjas, las jóvenes menonitas son instruidas en esta práctica transmitida en generación en generación. En Quilted Heilrooms, una cabaña ubicada en las afueras del mercado, encontrarás bellos edredones fabricados a mano (se hacen también a pedido).
Si lo tuyo son las antigüedades, en Market Road Antiques (845 Weber Street) encontrarás toda clase de muebles, joyas, figuras de porcelana, juguetes, herramientas y artículos coleccionables.
De compras por la villa
St. Jacobs combina los placeres campestres con los urbanos. En su villa, a lo largo de King Street North, encontrarás boutiques, joyerías, galerías, restaurantes, cafeterías, tiendas gourmet y hostales al interior de inmuebles que datan del siglo XIX. Estos han sido restaurados y atrapan al visitante con sus encantadoras vitrinas.
Construido en 1852, The Mill (un antiguo molino de harina) es hoy el lugar donde encontrar interesante artesanía local, además de aprender un poco más sobre la historia y desarrollo de St. Jacobs. A solo unos pasos, en el histórico Blacksmith Building, Robert Brown fabrica fabulosas ventanas, puertas, duchas, mesas y esculturas en vidrio. El estudio se conecta con Hamel Brooms, una fábrica y tienda de escobas de paja para diferentes usos.
Si crees en los ángeles, dáte una vuelta por Angel Treasures, una tienda donde encontrarás cientos de ellos en concreto, cerámica o en placas para murallas. Magnolia’s, en tanto, combina la moda femenina con entretenidos accesorios para el hogar.
Durante tu visita por la villa, haz una parada dulce en The Farm Pantry para degustar jarabe de arce y en Stone Crock Bakery para un café con un scone o un delicioso pie de manzana. Puedes llevarlo como merienda para una tranquila caminata por el Millrace Footpath, un sendero recreacional de 2,5 kilómetros que forma parte del Trans Canada Trail ( si sigues el trail llegarías hasta British Columbia) y que bordea el río Conestogo. El trail ofrece vistas panorámicas al río y al canal construido en 1860 para dar energía al molino.
Espectáculos y Alta Gastronomía.
Cuando cae la noche, es hora de disfrutar de una rica cena en una ambiente tranquilo y familiar. Como en Benjamin’s Restaurant & Inn ( 1430-1 King St. N), un inn de 1852 ubicado en el corazón de la villa especializado en comida canadiense contemporánea. Su ambiente es como el de los antiguos inns con su chimenea, lámparas de hierro forjado y vigas talladas a la mano. Muy íntimo y elegante, ideal para parejas (tocan jazz los viernes).
El tranquilo ritmo de vida de St. Jacobs te hará partir la velada calmadamente con un appetizer, como unas dobladitas en masa de hoja rellenas con queso de cabra y pimentón grillado y adornadas con espinaca salteada y jalea de pimentón rojo, o unas tortas de cangrejo crujientes con ensalada de hinojo y aceites. De fondo, el linguini con champiñones y pasta de trufa blanca hecha en casa o el salmón atlántico a la putanesca seducirán tu paladar. De postre, deléitate con un crème brulée o un tartufo de chocolate amargo cubierto en crema batida y con una frambuesa en su centro. Todo acompañado, por supuesto, de un buen vino. Algo más informal es Jacob’s Grill (1398 King St. N), que ofrece una amplia carta de sopas, ensaladas, pizzas, hamburguesas artesanales, sandwiches y platos de fondo. Recomendamos probar la Blue Burger (hamburguesa con queso azul y mermelada de cebolla), el Panini Caponata (relleno con tomate cherry, verduras asadas, aceitunas y bocconcini rociados con aceite de oliva), o la especialidad local, un sándwich de salchicha curada, queso havarti y rociado con mostaza Dijon y arce. Estos platos quedan mejor acompañados con Patatas Wedges, unas deliciosas papas cortadas en forma de cuña.
Después de cenar, es el momento para ver un musical, un drama o una de las comedias producidas por Drayton Entertainment, una de las compañías de teatro canadiense más exitosas.
Ya lo sabes: si quieres conocer un lugar diferente, dáte una vuelta por St. Jacobs. Un lugar donde puedes disfrutar, en un mismo sitio, lo mejor del campo y de la ciudad.
Cómo llegar
St. Jacobs se ubica a unos 90 minutos de Toronto. Para llegar, debes conducir hacia el poniente por la Highway 41, salir por la Highway 8 hacia Kitchener y luego seguir la Highway 85 hacia St.Jacobs.
Dónde alojar
St. Jacobs es un lugar visitado durante todo el año, por lo que puede ser difícil encontrar alojamiento. Una buena alternativa es pasar la noche en el Best Western Plus, ubicado muy cerca del mercado, los oultlets, St. Jacobs Country Playhouse y a sólo 3 kilómetros de la villa. Este moderno inn, de estilo minimalista y renovado hace algunos años, cuenta con habitaciones tradicionales bien amplias y equipadas a otras más lujosas, con chimenea y tinas con hidromasaje ( todas con conexión a internet gratuita). El servicio es acogedor y personalizado. Cuenta además con una sala de ejercicios y centro de negocios. Por las mañanas, disfruta de un rico desayuno local servido por su personal. www.stjacobscountryinn.com
Más información: www.stjacobs.com
Publicado: 02 de mayo, 2012.
Texto: Andrea Sagues
Fotos: Sergio Recart