¡Feliz Navidad Con Rostro Emigrante!

Solo Dios es nuestro consuelo en los momentos de impotencia y esperanza, nos dice el Padre Astudillo
Toronto · Publicado el: 24 diciembre, 2013

Mientras las huellas van dibujando el dolor y la esperanza, en los estrechos caminos de tu recorrido, hay alguien que te acompaña. Salimos desde el Sur, Este y Oeste rumbo hacia el Norte, arrastrando el quejido temeroso de quienes se quedan atrás.

Salimos muy temprano acompañados de una multitud de estrellas titilando en el amanecer del vecindario, acompañado por un coro de pajarillos, unos gallos o el ladrar de los perros. El frio se esconde entre la neblina y apresuradamente salimos...

Nos emocionamos y avanzamos en busca de un pedacito de esperanza. Nos embarcamos, en un avión, en un bus, camioneta, barco o recorremos noches enteras entre miedo, nostalgia, acoso e impotencia...

¡Solamente Dios es nuestro consuelo, en los momentos de impotencia y esperanza!

Descubrimos que el ser humano es capaz de convertirse en un monstruo indomable o en un ángel  esencialmente amable. Cuando avanzamos en las rutas inciertas, en las montañas obscuras, en los desiertos implacables, en los ríos profundos, en el aletear de las olas marinas y en las rutas infinitas que debes cruzar. Sientes que la vida se te escapa en tus cansancios insostenibles, pero vuelves a recuperarla porque hay alguien que te acompaña.

Y cuando has cruzado el trenzado laberinto de la muerte y has llegado a la meta final. Es aquí  donde inicias otro laberinto decorado de inventos modernos. Sientes el nostálgico sabor de racismo, discriminación y exclusión. Sientes que tus nuevas faenas están preparadas y organizadas para servir en  los feudos modernos... Alguien podría reaccionar y decir ¡Entonces qué esperas!

Pero aun lo más doloroso es cuando tus propios familiares, amigos o algún coterráneo lejano, que finge apoyarte. Sínicamente te excluye, minimiza, explota o amenaza con deportarte... ¡Pero aun sientes que alguien te acompaña!

Finalmente, con el pasar de los blancos inviernos, las verdes sonrisas de la primavera, el coqueteo colorido del otoño, nos vamos acostumbrando e integrando. Las mil lunas son testigos de nuestros sueños. Y las nuevas generaciones se van integrando en los caudales cristalinos y multiculturales desde el corazón de nuestras patrias lejanas, a la nueva patria a la que llegamos.

Mientras el vuelo espiritual del ángel Gabriel inspira a cientos de peregrinos que te esperan y acogen en santuarios humanitarios en el seno de sus familias, en la solidaridad transparente de la Virgen María que se refleja en la mujer y madre emigrante emprendedora. En el coraje incansable de San José obrero, que se refleja en el trabajo arduo de miles de padres, jóvenes y ancianos. En el dulce grito del chiquitín que nace con sabor a reconciliación, respeto, sabiduría,  esperanza y amor en abundancia.

¡Y por eso que en esta ocasión con profunda humildad te deseamos feliz navidad con rostro emigrante, desde todos los rincones de la tierra! Que nuestros esfuerzos incansables nos unan, integren y humanicen.

Su Servidor;
Padre Hernan Astudillo

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