(Fotos: freepik)
En la columna de esta semana quiero hablar de un caso que llegó a mi oficina hace ya varios años, y que la información al respecto es muy importante y continúa vigente. Se trata de un señor que estaba desesperado por traer a su hijo de 18 años a Canadá. Su desesperación se debía a que hacía más de 14 años que no veía al joven dado que pasó por un divorcio muy violento, su esposa tenía la custodia absoluta del joven, y no le permitió ningún tipo de contacto con él.
Cuando su hijo cumplió su mayoría de edad en el país de origen y no dependía más de que su madre le diera permiso para reencontrarse con el padre, comenzaron a tener contacto y el joven le pidió que lo patrocine para poder reunirse y vivir con él en Canadá.
Dado que el joven aún no había cumplido los 22 años de edad, técnicamente el padre lo podía patrocinar ya que la ley dice que un hijo es dependiente hasta cumplir 22 años, siempre y cuando no esté casado o viviendo en unión libre con alguien.
Durante nuestra conversación le pregunté al señor si en el momento en que él hizo su trámite para la residencia permanente el niño se había hecho los exámenes médicos como es requerido por la ley de inmigración. Porque la ley dice que cuando se está haciendo un trámite de residencia, el solicitante principal y todos sus dependientes, vengan o no a Canadá en ese momento, deben hacerse los exámenes médicos, puesto que, si un dependiente es inadmisible por razones de salud, automáticamente el solicitante principal es también inadmisible y es rechazado.
La razón por la cual le hice la pregunta es porque hay otra sección de ley que establece que, si en el momento en que una persona está haciendo su trámite para obtener la residencia permanente para Canadá tiene dependientes quienes no se han hechos los exámenes médicos, esos dependientes quedan excluidos de la clase familiar para los efectos de un patrocinio futuro por parte del que fuera el solicitante principal.
La respuesta que me dio el señor es que él intentó en varias oportunidades que su hijo se hiciera los exámenes médicos pero la madre no le permitió hacérselos. Lamentablemente en este caso el joven no es considerado miembro de la clase familiar y por lo tanto el señor no podía hacer un patrocinio directo.
Cuando esta ley fue aprobada e implementada con el Acta de Inmigración y Refugio del 2002, la intención era la de penalizar a las personas que negaban tener hijos porque estos podrían afectar su trámite de inmigración al ser inadmisibles por razones médicas. El resultado drástico y cruel de esta práctica es que no se discrimina entre personas que realmente ocultan a un dependiente para poder lograr su objetivo de inmigrar a Canadá y personas como en el caso de este señor.
La situación del señor con respecto a que el niño se hiciera el examen médico estaba totalmente fuera de su control. No tenía ningún poder para decidir o enviar al niño a hacerse el examen. Esto parece ser muy injusto, pero así es la ley.
Desde la implementación de esta legislación se han llevado casos rechazados ante las Cortes con la intención de fijar un precedente legal y forzar al gobierno a cambiar o anular esta ley, pero hasta el día de hoy eso no se ha logrado.
De hecho, en mi presentación ante el Comité Parlamentario sobre los patrocinios de familia, yo y todos los que expusimos ante los diputados tratamos el mismo tema, lo injusto que es esta ley y la necesidad de anularla.