Cuando se presta dinero a familiares o amigos, es importante formalizar el acuerdo para proteger los intereses financieros de ambas partes en caso de malentendidos o falta de pago. Dos formas comunes de documentar este tipo de préstamos son los pagarés y las hipotecas privadas. Ambos son contratos legales de préstamo, aunque difieren en estructura, costos y protecciones.
Pagaré
Un pagaré es una promesa documentada de reembolsar una deuda bajo términos acordados, y es legalmente vinculante. Generalmente, incluye el monto del préstamo, la tasa de interés (si aplica), el cronograma de pagos y la fecha de vencimiento. Su simplicidad hace que los pagarés sean ideales para préstamos pequeños, especialmente entre personas con una relación cercana y un alto nivel de confianza.
Entre las ventajas del pagaré están su bajo costo y facilidad de creación. Es menos costoso de redactar que una hipoteca privada y requiere menos formalidades. Además, los pagarés son flexibles, ya que permiten modificar los términos de pago si ambas partes están de acuerdo.
Sin embargo, un pagaré no está respaldado por bienes inmuebles, lo que puede dificultar su cumplimiento si el prestatario incumple. Sin garantía como respaldo, el prestamista podría necesitar realizar acciones adicionales después de obtener un fallo judicial para recuperar los fondos, lo que agrega tiempo y costos legales al proceso.