Con poco más de 16 años como inmigrante en Canadá, la realtor venezolana Katiuska Rivas ha atravesado por todo tipo de experiencias, pero, sin duda alguna, la vivida durante la pandemia COVID-19 es una de las que más recordará.
“Fue algo que me afectó como afectó a miles de personas en Canadá y en el mundo. Había mucho desconocimiento e incertidumbre por lo que sería el futuro y yo no estuve exenta de eso. Pero mi filosofía de vida es estar siempre conectada con el agradecimiento de todas las cosas positivas que nos ocurren y nos motivan; y también de los momentos difíciles que nos hacen crecer, madurar y valorar”, dijo Rivas.
Así como ella, muchos inmigrantes en Canadá sufrieron las consecuencias económicas y laborales de la pandemia, secuelas que arrastran hasta el día de hoy y que, con su historia, Katiuska busca animar e inspirar a otros a que, como ella, logren superar los obstáculos y alcancen sus metas.
Una luz en medio de la oscuridad
“Cuando comenzó la pandemia muchas personas tenían miedo y muchos mercados reaccionaron a esto, como el mercado de valores. Por el contrario, el mercado inmobiliario vivió un efecto inverso y nuestra labor fue denotada como esencial, por lo que a pesar de todo pudimos seguir trabajando”, señala.
Confiesa que su interés siempre ha sido brindar al cliente lo que necesita, incluso si esto es algo que el propio cliente no conoce a profundidad. “Incluso con la poca inmigración que había en ese momento, la demanda de alquileres estaba en alza”, detalla.
“La gente que vivía en Toronto comenzó a buscar fuera de la ciudad por la aglomeración de personas y de casos positivos. Buscaban las áreas verdes, querían casas más espaciosas por el tema del home-office. Hubo una ola de venta de casa con precios apetecibles, por lo que en mis nueve años de profesión estos dos años fueron los mejores para mí”, confiesa.