Para muchas personas, su bien más valioso es su hogar. Lo mismo ocurre cuando fallecen y sus bienes pasan a formar parte de su herencia. Es deber del albacea (o administrador de la herencia) proteger esos bienes y conservar su valor para los beneficiarios. En el caso de bienes inmuebles, como casas o cabañas, estas responsabilidades adquieren mayor importancia y complejidad.
A continuación, se resumen algunas de las obligaciones más comunes que debe cumplir un albacea respecto a este tipo de bienes. Tanto los albaceas nombrados en testamentos como los administradores sucesorios que soliciten la legalización de la herencia sin testamento, asumen estas tareas.
Proteger la propiedad
El primer paso que debe tomar el albacea respecto a un bien inmueble es asegurarlo. Debe ubicar las llaves y garantizar que la propiedad esté segura. Hasta que la propiedad se venda o transfiera a los beneficiarios, el albacea debe mantenerla en buen estado y supervisarla para evitar accesos no autorizados. Si no puede hacerlo por cuenta propia, puede contratar a alguien.
Obtener un seguro sobre la propiedad
El albacea debe verificar que la propiedad cuente con un seguro vigente. Si no lo hay, debe gestionar uno. Muchos suponen que la póliza sigue activa tras el fallecimiento, pero a menudo no se renueva. Las aseguradoras suelen mostrarse reacias a emitir una póliza antes de que se obtenga el certificado de nombramiento de albacea, lo que complica la situación, ya que podría demorar meses. Se recomienda trabajar con un abogado y un corredor de seguros para obtener una póliza adecuada.
Este seguro suele ser más caro que una póliza de hogar normal, porque la propiedad podría estar deshabitada y el solicitante no figura como propietario en el registro. Sin embargo, es posible contratarla y es altamente recomendable, ya que de lo contrario el albacea podría ser personalmente responsable por cualquier daño o pérdida. Una vez obtenido el certificado, el albacea puede reembolsarse cualquier gasto asumido.