Para nadie es un secreto que luego de la llegada de la pandemia de COVID-19 a Canadá, muchos aspecto de nuestra vida cambio por completo. Además del efecto que tuvo en la economía y en la cotidianidad de nuestro día a día, también hizo ver la vulnerabilidad del ser humano, a tal punto que un virus microscópico terminó por poner en jaque a todo el sistema de salud de nuestro país y el mundo.
Es más, según un estudio recientemente publicado por PolicyAdvisor, estima que el 44% de los canadienses o residentes permanente hoy en día consideran seriamente el adquirir un seguro de vida, a razón de la llegada y la escalada de la pandemia en el país. Aunque la intención está allí, lo cierto es que no todos terminan de adquirir el seguro de vida manteniéndose expuestos.
¿Qué es realmente un seguro de vida?
Básicamente es un contrato entres usted como persona natural, y una empresa proveedora de seguros. Ambos acuerdan que, a cambio del pago de primas (mensuales o anuales), en el caso que usted fallezca, su familia o cualquier persona que usted nombre recibirá un compensación económica, previamente pactada con dicha empresa.
Los paquetes pueden variar, pero en general los canadienses optan por una cobertura suficiente para los gastos funerarios, para pagar cualquier deuda pendiente (piense en: hipoteca, tarjetas de crédito, préstamos para automóviles, etc.), así como para complementar cualquier ingreso que se perdería durante un período de duelo.