En las últimas décadas, los líderes del pensamiento en educación de todo el mundo han sugerido la necesidad de inclinar la educación hacia el pensamiento crítico y creativo. Mientras tanto, la digitalización y la automatización en los lugares de trabajo nos han llevado a una economía menos intensiva en mano de obra, que a su vez cuestionó la validez de los sistemas de educación pública orientados a la creación de trabajadores y profesionales calificados.
Entonces, conceptos educativos innovadores, como la enseñanza del pensamiento creativo nutrido por un entorno de jardín de infantes, respaldado por Mitchel Resnick en el M.I.T., o el valor del conocimiento espiritual e intuitivo, respaldado por algunos expertos en educación indígena, comenzaron a resonar en los círculos de educación tradicional.
Ahora que COVID-19 ha cerrado escuelas en todas partes y ha obligado a los educadores a crear un nuevo plan de estudios y metodologías de difusión, se nos ha dado la oportunidad de reinventar los modelos educativos.
Hace ocho años, en Perú y Bolivia, la Fundación para la Educación de los Niños “Alma”, una organización benéfica registrada en Canadá, creó un plan de estudios basado en el juego y en proyectos centrado en el pensamiento crítico y creativo, y el conocimiento intuitivo y espiritual que se utiliza fuera del aula.
Descubrimos que los estudiantes disfrutaban aprender de esta manera porque era divertido y porque el aspecto contextual lo hacía más relevante y consistente con la educación informal que habían recibido desde que nacieron en casa. A los padres les encantó porque participaron en la creación de planes de estudio y defendieron su propia cultura e historia, generalmente indígenas.
Por ejemplo, un proyecto de un mes en los Altos Andes se basó en la cosecha de papa que requería que los niños entrevistaran a sus padres y abuelos para acceder a sus conocimientos adquiridos. También desarrollamos estrategias para el hogar para involucrar a los padres en la implementación del plan de estudios. Muchos de los padres son analfabetos, por lo que nunca antes se solicitó su opinión para el aprendizaje de sus hijos.
Ahora son parte integral de la pedagogía y su implementación, lo que hizo que la educación fuera más relevante y con beneficios complementarios, como una mayor asistencia de los padres a las reuniones, más ayuda con las tareas e incluso una menor incidencia de abuso sexual y de substancias. Nuestra tesis era que la educación podía provenir de otras personas y seres cercanos que no fueran profesores profesionales pagados.
Si bien la atención se centró en el pensamiento crítico y creativo y en valores armonizados, nos aseguramos de que los niños estuvieran logrando los estándares académicos estatales. Estábamos felices con los resultados y efectivamente, hace unos años, el gobierno peruano inició una nueva política nacional en educación que recomendaba el aprendizaje y el pensamiento crítico fuera del aula.