Nos enfrentamos a un gran reto mundial: no solo tenemos que combatir un virus que amenaza nuestra salud, sino sus terribles consecuencias en la economía. Trabajar unidos, compartir información y establecer sinergias es la única forma de superar la crisis.
La globalización ha dejado de ser un escenario futuro de permeabilidad económica, social y cultural para convertirse en una realidad: si algo ocurre en un lugar del mundo, por lejano que sea, nos afectará a todos. Por eso necesitamos colaborar y evitar así el naufragio del mismo barco en el que la humanidad navega.
Así las cosas, hablar de empresas públicas, privadas y el tercer sector (el que carece de ánimo de lucro) se ha convertido en un discurso del pasado. Es el momento de compartir y estar a la altura del desafío que plantea la covid-19. Muchas empresas así lo han entendido: la automovilística SEAT cambió su cadena de producción para ensamblar respiradores destinados a los hospitales públicos, numerosos hoteles han sido medicalizados, diferentes ONG han repartido alimentos cedidos por empresas agrícolas y supermercados…
La obligación de las empresas, sean del tipo que sean, es cooperar con transparencia y compartir su conocimiento ante una amenaza que es igual para todos. Es hora de trabajar en la búsqueda del bien común:
Dejar atrás los prejuicios. Las empresas, incluso unipersonales, son generadoras de empleo, un derecho humano que estamos obligados a preservar. No se puede hacer tanta discriminación entre lo público y lo privado cuando lo privado genera riquezas para contribuir mediante impuestos a lo público.
Buscar sinergias. Unirse a otra empresa no es perder identidad, sino enriquecer la propia marca; se trata de la verdadera estrategia win-win. No es posible abarcar todo, por lo que establecer sinergias para proyectos concretos, líneas de productos, formación de personal, innovación tecnología, necesidades de financiación… supone crecer y mejorar la oferta al cliente.