Por Estrella Flores-Carretero
Una cualidad esencial para cualquier persona es la flexibilidad. Resulta útil en las relaciones sociales, de pareja, laborales, familiares… y muy especialmente en las funciones de liderazgo. Nos hace más felices a nosotros mismos y a los demás.
Una persona flexible es capaz de aceptar las diferencias de los demás, su diversidad cultural, política y social. Quien es flexible puede negociar desde la tolerancia, adaptarse a las situaciones adversas que la vida ponga en su camino, empatizar y entender las opiniones contrarias.
La flexibilidad es un rasgo fundamental en el líder, no solo para relacionarse con sus colaboradores, proveedores y clientes, sino también para adaptarse con rapidez a las circunstancias cambiantes de los mercados.
¿Cómo son líderes flexibles?
Hay quien parece tener cualidades innatas de flexibilidad y hay quien no consigue salir de su rigidez. La buena noticia es que, al igual que las emociones, la flexibilidad puede y debe entrenarse. Tomemos nota de lo que hacen los líderes flexibles:
Tienen la mente abierta. Una persona flexible no se encierra en sí misma, sino que está dispuesta a adoptar como propios los pensamientos ajenos que considere valiosos. Carece de ideas preconcebidas, se abre a la escucha y acepta que cualquiera puede aportar soluciones creativas y visiones enriquecedoras.
Reconocen los errores. Los líderes flexibles reconocen sus errores con humildad porque saben que es la mejor fórmula para aprender. Quienes no asumen haberse equivocado, no pueden ver que en los fallos reside la oportunidad de mejorar.
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