Escuchar es clave. Mucha gente cree que sabe hacerlo, pero no es cierto: a menudo, el propio pensamiento y los prejuicios distorsionan el mensaje. Otras veces, la información puede ser sesgada, parcial o equivocada. Por eso resulta tan importante aprender a escuchar.
Las personas, incluso las que más nos quieren, rehúyen decirnos aquello que saben que no nos gusta escuchar. No es que mientan, es que nos ofrecen una versión amable de los hechos o una parte pequeña del cuadro completo. En nuestras relaciones personales, no escuchar más allá de lo que nos cuentan puede no dar mayores problemas, pero en el mundo laboral resulta altamente peligroso.
Los líderes deben esforzarse por salir de su burbuja y abrirse a la información. Aquí van algunos consejos para escuchar mejor:
Pensar en una sola cosa. Todo líder tiene un montón de asuntos en los que pensar. Resulta normal atender una llamada mientras se mira la pantalla de la computadora o se anota algo. Con un interlocutor delante, es posible que aparentemente se esté prestando atención a quien habla, pero ¿dónde está el pensamiento? Probablemente en las ocho cosas pendientes de resolver que dan vueltas en su cabeza… Con ello, se pierden una escucha realmente concentrada, que permita hacer preguntas, dar feedback, atender a los gestos y al lenguaje corporal de quien habla.
Diversificar las vías de información. La condición de líder puede dificultar la recepción de información veraz. A menudo, el mensaje puede aparecer dulcificado; otras veces, faltan datos clave. Un directivo no puede acomodarse y recibir solo informes de una fuente, por más leal y honesta que esta sea.