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Las organizaciones rígidas no pueden sobrevivir en un mundo que cambia rápidamente, con una tecnología en constante avance y una economía imprevisible. Solo las empresas flexibles, dispuestas a probar nuevos métodos y a cambiar los procesos, van a ser capaces de superar las adversidades.
Para ello, es importante que la cultura del cambio se instale en la empresa. Todos los que participan en el proyecto corporativo deben saber que las nuevas ideas son bienvenidas, que todo es mejorable y que no hay nada inmutable.
En una empresa flexible no caben las frases "esto es así" o "siempre se ha hecho de ese modo". Por el contrario, la pregunta es: "¿se te ocurre una forma mejor de hacerlo?". Y es necesario:
Cambiar lo que no funciona, pero también lo que funciona
El planteamiento inmovilista de "si no está roto, no hay por qué arreglarlo" está pasado de moda. Es verdad que algunos procesos instalados en la rutina empresarial no dan problemas, pero eso no significa que sean inmejorables.
Liderar con flexibilidad
La flexibilidad bien entendida no se limita a la producción, la contabilidad, los procesos… también debe abarcar el principal activo de la organización: las personas. Es importante flexibilizar dando la opción de compartir proyectos en lugar de asignarlos a un solo trabajador, brindar cambios de puesto y responsabilidad, atender a las excepciones coyunturales, es decir, buscar el bienestar de las personas para obtener su máxima implicación en la empresa y reafirmar así su lealtad.
Tener una vida personal satisfactoria implica mejorar el desempeño laboral. Los líderes deben esforzarse por formar equipos cambiantes, delegar, descubrir el diferente talento de cada uno y organizarlo según cada proyecto y cada circunstancia.
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