Si el mundo nos ha enseñado algo en estos últimos diez años, es que la vida no hay que vivirla con una receta en la mano. Creo fundamentalmente que el modelo de vida linear, en el que fuimos adoctrinados la gran mayoría de nosotros, va a quedar completamente rezagado en el futuro. Ese modelo que está basado en ir 12 años al colegio, para estar preparados a seguir un puñado de carreras en la universidad, que luego nos permitan conseguir un buen trabajo, que finalmente nos dará dinero y felicidad. En ese modelo, toda la vida hemos ido acumulando “puntos” sin darnos cuenta… puntos por sacar buenas calificaciones, por conseguir un buen trabajo y por casarse a tiempo con alguien de “buena familia”. Según ese modelo, el que más éxito tiene en la vida es el que pinta dentro de los bordes, en lugar del que inventa nuevos bordes en los cuales pintar. Sí, ese modelo, en el futuro, ¡va a desaparecer!
Sin darnos cuenta y desde antes de tener uso de razón, ya nos ponen en fila para un modelo de vida que está decidido por todos, menos nosotros. Desde el momento en que podemos pensar, nos ponen en una clase a hacer la misma tarea que al resto de nuestros compañeros para probarle al mundo que tenemos las habilidades que la sociedad espera que tengamos. Desde que nos empiezan a calificar por nuestro desempeño individual en un ámbito colectivo, nos enseñan a comparar nuestros resultados con los de los demás en un manojo de asignaturas prescritas en las escuelas desde hace más de 100 años. Si no nos destacamos en estas asignaturas, crecemos inseguros pensando que no somos lo suficientemente inteligentes o creativos, y desarrollamos heridas emocionales muy difíciles de cicatrizar.
Pero antes de que crean que esta columna va a ser una queja anárquica de un hippie amargado, con el debido respeto a los hippies y a los amargados, intentaré que sea todo lo contrario; un homenaje a la identidad única e individual de cada uno de nosotros. Quiero hablar acerca de la importancia de ser honestos con nosotros mismos y aceptar nuestros defectos y nuestras virtudes, nuestros sueños, nuestros principios y nuestras ideologías sin importar lo que el resto pueda pensar al respecto. Afortunadamente, ¡no estoy solo en esto!, soy parte de una generación curiosa, caprichosa, rebelde, original y hambrienta que está rompiendo los esquemas más cuadrados y arcaicos que nos presionan a vivir una vida limitada, predecible y monótona.
Todo empieza desde la escuela, que está basada en un modelo de educación industrial que nos hace a la medida de las supuestas necesidades del mercado laboral. Yo, la verdad, siempre me aburrí en el colegio, la mayoría de recuerdos y aprendizajes de mi infancia los obtuve fuera de la escuela. De las clases recuerdo poco, de hecho, nunca aprendí a dividir, lo único que me acuerdo de cuarto grado es que estaba enamorado de una morena de ojos verdes. Soy ingeniero y, a día de hoy, todavía divido multiplicando al revés; nunca entendí lo que era el cociente, ni el dividendo, ni para que servían todos esos números que estaban abajo del palito. Si hoy en día que soy adulto me cuesta sentarme en un auditorio a escuchar algo que me interesa por más de tres horas, ¿cómo esperan que un niño, que lo único que piensa es en jugar, se siente todo el día en una clase escuchando a un adulto hablar de matemáticas, lenguaje, historia y geografía?
El problema principal de los modelos de educación más comunes es que, además de ser inefectivos, crean inseguridades y estigmas en los niños de por vida. Obviamente, no todos somos buenos para la aritmética y la gramática, pero eso no significa que seamos tontos, mediocres o flojos, simplemente significa que tenemos otras virtudes e intereses. Sin embargo crecemos inseguros pensando que porque no fuimos buenos en la escuela, no vamos a destacar en la vida. De adultos, estos estigmas son subconscientes, la mayoría de nosotros ni siquiera nos damos cuenta que los tenemos, pero nos regimos por ellos y son gran parte de las métricas por las cuales medimos nuestro propio éxito y felicidad. El mejor ejemplo de aquello, ¡y me encanta hablar de esto!, es la manera en como buscamos trabajo y construimos nuestros perfiles profesionales.
Una amiga me pidió que le ayude a arreglar su perfil de Likedin y en el proceso me encontré con un montón de “expertos” en el tema de “consejos para construir hojas de vida y perfiles profesionales, ¡garantizados para triunfar!”. La mayoría, consejos de molde que no hacen más que encajonarnos dentro de un compartimento de perfiles aceptables para la mayoría de las empresas.
¿Alguna vez se han preguntado por qué se nos hace tan difícil escribir nuestra hoja de vida?, a la final, es tan sólo un pequeño documento acerca de nosotros mismos, debería ser muy fácil. Les digo porque se nos hace tan difícil, porque siempre tratamos de ser alguien que no somos. A veces, lo único completamente cierto que tienen las hojas de vida es el nombre y apellido del solicitante, y a veces, ¡ni eso!; hay gente que se cambia el nombre por miedo a prejuicios raciales. El papá de un amigo cambió su nombre, de Pedro a Peter, para conseguir una entrevista con más facilidad. Si tienen miedo que no los llamen a una entrevista por prejuicios raciales, ¡entonces mejor no apliquen a ese tipo de empresas en primer lugar!
¿Cuál es el punto de empezar una relación laboral con una mentira? En cualquier lugar que vale la pena, es más importante tener integridad que saber usar AutoCad. Muchos procesos de contratación son las vainas más corruptas que he visto, todos los involucrados mienten de alguna manera. Primero, las empresas siempre maquillan a los trabajos con títulos que suenan importantes y súper interesantes, y ocultan todo lo monótono, aburrido e incierto acerca de cada rol. De igual manera, los solicitantes exageramos o mentimos para aumentar nuestras oportunidades de ser contratados. ¿A quién no le ha tocado la típica pregunta, “¿En dónde te ves en 5 años?”?, y, ¿quién no ha respondido, “¡trabajando en esta empresa, por supuesto!”? Definitivamente nadie dice lo que le provoca decir, “en una playa de arena blanca, lejos de este apestoso cubículo con vista a la pared”.
No tiene nada de malo no encajar en el típico perfil profesional que buscan las empresas; si ese es tu caso, seguramente estarás destinado para algo diferente y que, muy probablemente, te hará feliz. Lo bueno es que las perspectivas sobre el trabajo están cambiando rápidamente; cada día es más común ver a empresarios y profesionales rebelarse contra el establecimiento y trazar nuevos caminos. Steve Jobs era el vocero más notorio de esta filosofía de “buscar lo que te hace feliz en la vida”, y yo realmente creo que él inspiró a muchos de los emprendedores que hoy están cambiando el mundo con nuevas ideas, productos y tecnologías.
Anécdota: Cuando era chiquito, mi tío me decía que para poder escribir, tenía que leer. Confesión: he leído dos libros enteros en toda mi vida, el primero fue con trampa porque era uno de esos libros de “¡Elige tu propia aventura!” donde, técnicamente, no tenías que leer todo el libro para terminar el cuento porque había muchos finales alternativos dependiendo de qué aventura habías elegido. Y el segundo fue hace como 7 años, Las Travesuras de la Niña Mala de Vargas Llosa, y creo que sólo me lo terminé de leer porque andaba en un despecho amoroso que ni mi propia madre me aguantaba, entonces me encerré a leer para ver si así se me pasaba la resaca emocional. Nunca me gustó leer por mucho tiempo porque me costaba concentrarme; a penas me ponía a leer, empezaba a hacer mi propio cuento con el personaje del libro y para el final del capítulo ya estaba pensando en cualquier otra cosa menos en lo que estaba leyendo. Luego me metieron a un curso de lectura rápida para ver si así aprendía; fui el más rápido de todo el instituto: 1000 palabras por minuto, ¡14% de comprensión!
No sé si escribo bien o escribo mal, eso depende del gusto del lector, lo que sí sé es que escribo, y mucho… ¡me encanta!, y el hecho de no leer no me impide seguir escribiendo. Una de las verdades de la vida en la que creo profundamente, es que si pretenden ser alguien que no son, nunca encontrarán las oportunidades que los harán felices, realmente… no solo en el trabajo, ¡en todo! Siento que en este tema tengo algo de “autoridad” para dar un humilde consejo no solicitado, porque en los últimos años me he dedicado a pelearme contra el sistema y a hacer mi propio camino al andar. Sin duda alguna, han sido los mejores años de mi vida, he aprendido muchísimo acerca de mí mismo, de los temas que más me interesan, y del entorno al cual pertenezco en este punto de mi vida. Pero bueno, como me quedé corto de espacio, esos consejos, anécdotas y aprendizajes serán la segunda parte de esta columna el próximo miércoles, a la misma hora y en el mismo canal, ¡hasta entonces!
Nota: Hay un autor inglés llamado Ken Robinson que tiene unas charlas espectaculares acerca de este tema, les invito a que lo busquen en internet y vean sus TED Talks.