Seguramente has escuchado el falso mito que el ser humano apenas utiliza el 6% de su capacidad cerebral, o que en la medida en que envejecemos, vamos perdiendo la capacidad de aprender. En esta ocasión quiero introducirte la neuroeducación como la nueva manera de educar nuestra mente.
La neuroeducación o neurodidáctica se basa en aportar estrategias y tecnologías educativas centradas en el funcionamiento de nuestro más valioso e inteligente órgano: el cerebro. Se trata de una combinación entre la neurociencia, la pedagogía, la ciencia cognitiva y la psicología, enfocada en conocer cada día más sobre cómo el cerebro aprende.
Este nuevo concepto está asociado a los estudios científicos de reciente data que explican cómo el cerebro tiene el don de la neuroplasticidad, es decir, que puede cambiarse y regenerarse a partir de la interacción con el ambiente.
La neuroeducación puede ayudarte a alcanzar el éxito en tu vida 😱
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Rompiendo mitos
Todo esto da al traste con las antiguas teorías que planteaban que el sistema nervioso era una estructura rígida e inmodificable y que, con el paso de los años, la posibilidad de sinapsis (comunicación entre dos o más neuronas) disminuía hasta detenerse definitivamente.
La ciencia ha demostrado también que las emociones sí tienen una influencia directa en el aprendizaje. Si bien ya se tenía conocimiento de que las emociones negativas como el estrés y la ansiedad tienen efectos perjudiciales para el proceso de aprendizaje, en la otra cara de la moneda, se ha demostrado que un ambiente relajado y positivo favorece la capacidad del cerebro para aprender nuevos conocimientos. Emoción, aprendizaje y memoria están estrechamente relacionados.
Un estudio liderado por la neurocientífica y académica irlandesa Eleanor Maguire (2000) analizó a través de resonancias magnéticas el hipocampo de los taxistas de Londres, ciudad caracterizada por la intensidad de su tráfico. Se comprobó que el tamaño de la región cerebral, relacionada con el aprendizaje y la memoria espacial, era superior en los taxistas que en el resto de los conductores. Además, el tamaño del hipocampo de los taxistas más expertos era mayor que el de los menos expertos.
Esto demuestra, no solamente la validez de la neuroplasticidad sino que confirma que, con la estimulación adecuada, nuestro cerebro es capaz de modificarse estructuralmente para adaptarse a los cambios que dicta el entorno.