Es fácil volverse loco en el supermercado por no entender la diferencia entre las nuevas categorías de alimentos existentes. Por ejemplo, con los ingredientes heirloom o ancestrales.
Lo heirloom o ancestral me maravilla. Las frutas o verduras de esta variedad son las "razas originales", las semillas antiguas que han llegado hasta hoy sin modificaciones genéticas, preservadas por las familias de generación en generación. Son sabrosas y nutritivas, como las comían nuestros abuelos décadas atrás. Están protegidas, y para que sean catalogadas como heirloom deben proceder de cultivo no masivo; es decir, siempre a pequeña escala. Además, deben ser anteriores a 1951, año en el que se comercializaron las primeras variedades genéticamente modificadas, esas que dan frutas y verduras todas igualitas y permiten producir a escala industrial.
De chica, recuerdo que nunca había dos tomates iguales, pues nacían todos diferentes, tal cual se le antojaba a la madre naturaleza. Después, la mano del hombre empezó a "alterar la raza". Esos tomates, por ejemplo, se convirtieron en lo que son hoy: todos iguales y sin el sabor de antes, todo ello producto de la manipulación por conveniencia económica. Así que cuando te encuentres algo de variedad heirloom, sean zanahorias, coliflor u cualquier otro, sabes que tienes en tu mano un ingrediente repleto de sabor y con más de 60 años de antigüedad.
Recuerda esto y no lo olvides nunca: para alimentarnos bien no hace falta irse a los extremos ni gastar mucho dinero. Solo usa tu buen juicio, compra de forma consciente, intenta sembrar en casa —al menos algunas hierbas, frutas y vegetales— y consume alimentos lo menos alterados y lo más frescos y naturales posibles.
Si tu presupuesto lo permite, lleva a casa ingredientes orgánicos, apoya la sostenibilidad comprando de pequeños agricultores de tu zona, consume ingredientes de temporada y elige proteínas de animales que hayan vivido en su entorno natural. Siempre que puedas, busca el sello Non-GMO Project, que promueve el uso de ingredientes libre de modificaciones genéticas.
Por sabor y seguridad, el planeta, tu familia y tu paladar te lo agradecerán. Para recetas y otros consejos, consigue mi libro online o visita www.LaCocinaNoMuerde.com.
SOPA DE YUCA AL MOJO
La yuca es una raíz utilizada con frecuencia entre los latinos, muy típica en Brasil y presente en las cocinas de Cuba, República Dominicana, Colombia y Perú, entre muchas otras culturas. La inspiración de esta sopa es la tradicional receta cubana de “yuca al mojo”, un platillo casual, similar a una “yuca en escabeche” y servida como complemento. Es uno de esos platillos que no puede faltar en una fiesta familiar, de amigos y en especial en las cenas navideñas. Y es una forma elegante y divertida de saborear la auténtica cocina cubana. Esta saludable, fácil y rica sopa, puedes servirla como primer plato en la cena, de almuerzo o hasta en un día frío.
Ingredientes:
- 2 libras de yuca pelada y cortada en trozos de dos pulgadas aprox. (puedes usar yuca congelada)
- 3-4 tazas de caldo de pollo natural
- 3 cdas. de aceite de oliva
- 2 cdas. de vinagre blanco
- 6 dientes de ajo, pelados y enteros
- 2 cebollas blancas pequeñas, picadas
- 2 hojas de laurel secas
- 1 cda. de perejil italiano fresco, picado finamente
- Sal y pimienta al gusto
Preparación:
- En una olla profunda mediana a temperatura alta, agrega suficiente agua con sal para cubrir la yuca y deja hervir.
- Mientras la yuca hierve, en un sartén a temperatura mediana, agrega el aceite y sofríe el ajo hasta que se dore a fuego lento por unos 5 minutos.
- Agrega la cebolla, las hojas de laurel y sofríe hasta que la cebolla esté tierna y transparente.
- Añade el vinagre, mezclando todo bien y pon este “mojo” a un lado. Retira 2-3 cucharadas, mézclalas con el perejil y deja a un lado para decorar la sopa al final.
- Una vez la yuca esté bien tierna, cuélala y retira la delgada raíz que tiene en su centro.
- Si tienes un batidor de mano regresa la yuca a la olla, agrega el “mojo”, el caldo de pollo y bate hasta que esté suave y con textura de puré líquido. Este proceso también lo puedes hacer en una licuadora y luego regresas la sopa a la olla para agregarle la sal, la pimenta y calentarla un poco antes de servir.
- Sirve y decora con el “mojo” que guardaste mezclado con una pizca de perejil finamente picado.