En muchos países se celebra cada año un día de bromas. En España y en Latinoamérica, coincide con el Día de los Santos Inocentes; en Estados Unidos se hace algo similar, el April Fool´s Day.
Curiosamente, el origen de la conmemoración latina está en un episodio cruel. Según narra el Evangelio de san Mateo, Herodes, al enterarse de que había nacido un tal Jesús que sería rey de los judíos, quiso evitarlo con la orden de matar a todos los inocentes menores de dos años.
Sea como fuere, con orígenes religiosos o paganos, el hecho es que mucha gente aprovecha un día al año para dar rienda suelta al humor; pero, a veces, las bromas pueden no tener medidas.
El sentido del humor
Las bromas en el trabajo permiten salir de la rutina laboral, rebajar el estrés y reforzar los vínculos entre los miembros del equipo. Se sabe que reír tiene efectos beneficiosos sobre la salud, porque libera endorfinas, las hormonas de la felicidad. Personalmente, creo que el buen humor de los trabajadores está directamente relacionado con la buena salud de la empresa.
Pero, si bromear es una magnífica forma de relacionarse, generar confianza y acercar a la gente, hay que decir que no valen todas las bromas.
Esto es intolerable:
- Causar un daño físico a alguien, por leve que sea, con acciones como retirar una silla, provocar un susto, ocultar un cristal… o hacer que distraiga su atención mientras realiza trabajos de riesgo.
- Provocar dolor emocional mediante humillación pública, para que todos se burlen de la víctima. Las bromas pesadas pueden causar un sufrimiento profundo y el temor duradero a ser nuevamente objeto de mofa.
- Ofender por motivos de sexo, religión, orientación sexual, características étnicas, nivel cultural, formación, edad, aspecto físico… Es un modo cruel, denigrante y absolutamente inapropiado que provoca heridas emocionales en el sujeto pasivo de la broma.
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