El amor al vino nace en la cocina

Yvette Astorga comparte con nosotros las historias y leyendas que se tejen en torno al vino
Toronto · Publicado el: 18 septiembre, 2014

“El amor al vino nace en la cocina”… Al menos esa es mi teoría. Cocina y vino van de una u otra forma juntos. O preparas algún platillo pensando en un vino especial o escoges un vino como acompañamiento a tu platillo favorito. Cuando hablamos de vino estamos hablando de miles de años: Dicen los que saben, que el vino se producía hace 6,000 años durante el período Neolítico conocido como la Edad de Piedra.

Joshua Wesson, reconocido experto en maridaje de vinos y comida, suele contar como anécdota que es probable que el vino haya nacido porque un cavernícola de la Edad de Piedra dejó uvas salvajes en el hueco de un árbol y las olvidó. En pocos días, el jugo de uva se fermentó y se convirtió en vino. La bebida se sirvió con la caza del día, y así nació el primer maridaje.

Durante la primera mitad del primer mileno a. C. los Griegos llevaron el vino a Italia;  posteriormente, los Romanos lo llevaron a Francia, Alemania, España y casi toda Europa donde todavía se encuentran los viñedos más antiguos y en los cuales se sigue produciendo esta bebida histórica. Tras la caída del Imperio Romano, en el año 476, surgieron los monasterios cristianos o abadías, los monjes se dedicaban prácticamente a rezar, comer, beber y dormir.

Ellos sembraban sus ingredientes y cocinaban sus propios alimentos, cosechaban sus vides y producían sus vinos. Tanto la cocina como la producción de un vino requieren: observación detallada de los procesos y mucha paciencia, por lo que no es coincidencia que las mejores recetas de cocina, que seguimos utilizando al día de hoy, así como algunos de los mejores vinos, nacieron en los monasterios o abadías.

Me imagino a estos monjes en una meditación profunda, en parte para cumplir sus  deberes cristianos, así como para resolver cosas más triviales como ¿qué hacer de cenar?, y ¿qué vino tomar?

Cuenta la leyenda que en el siglo XVII, el monje Dom Pierre Pérignon, abad del monasterio de Hautvillers en Francia, fue el creador de la mundialmente famosa, Champagne. Se dice que al probar una de las botellas estacionada en el sótano del convento exclamó llamando a los que estaban cerca: ¡Venid pronto, estoy bebiendo estrellas! haciendo alusión a las burbujas producidas por la fermentación del vino. Si bien es sólo una leyenda, a este personaje se le atribuye haber seleccionado la variedad adecuada de uva y las técnicas de cultivo apropiadas para la elaboración de esta bebida aristocrática.

Fueron los Misioneros Españoles en el siglo XVI los que trajeron, sembraron y cultivaron la Vitis vínifera (la especie de uva con la cual son elaborados la gran mayoría de vinos en el mundo) en la colonia española. Indispensable para la celebración de la Misa.  La Historia del vino en el Nuevo Mundo merece una edición especial.

Regresando a las cocinas, en este caso de  algunos conventos en México, se me vienen a la mente algunos platillos y bebidas tradicionales que se gestaron en estos santuarios gastronómicos, por mencionar alguno: el Chile en Nogada, un chile poblano relleno de picadillo de res y puerco, y de frutas, cubierto con una crema de nuez, perejil y granada. ¡Se me hace agua la boca!

En mi querido México estamos en plena estación de Chiles en Nogada, platillo que además contiene los tres colores de nuestra bandera, Verde, Blanco y Rojo. Dice la historia que en el año 1821 justo después de firmada el acta de Independencia, las monjas agustinas diseñaron este platillo para ofrecerlo a uno de nuestro héroes de Independencia. Lo que me muero por saber es ¿con qué vino lo maridaron?

Este platillo tiene sabores picantes y a la vez dulces, ciertamente es un platillo complejo por la combinación de carne, frutas y la crema de nuez. En mi caso lo he acompañado con un vino tinto robusto, con notas de pimienta, frutos rojos y caramelo y la experiencia ha sido muy agradable. Un vino espumoso semiseco, le hace justicia a este platillo tradicional Mexicano.

¿Qué me cuentan los amigos de Colombia, Chile, Venezuela sobre sus platillos tradicionales?  Quizá creados en algún convento o bien en las cocinas de sus abuelas y sus madres o en las de ustedes mismos. Mis abuelas murieron muy jóvenes, afortunadamente pude convivir con mi mama y mis tías, durante múltiples celebraciones familiares en México, más tarde y ahora más lejos de mi país de origen, son los amigos, los que me acompañan en estas aventuras culinarias.

En la siguiente edición compartiré las experiencias gastronómicas de algunos  reconocidos chefs de Perú, de Venezuela y México, radicados en Toronto. A los que puedo considerar amigos de Buena Cepa. Continuemos esta experiencia la siguiente semana. Para sus dudas y comentarios sigánme en Twitter @YvetteAstorga

De Buena Cepa

Yvette Astorga

Apasionada del vino y de los destilados Mexicanos como el tequila y el mezcal. Yvette dejó atrás su carrera professional en la administración de negocios en México para desarrollarse como Embajadora de Marca y Educadora en la industria de vinos y licores.

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