Muchas empresas pueden continuar desempeñando su actividad sin necesidad de que sus empleados se desplacen hasta la sede; es una suerte, pero requiere afrontar importantes desafíos.
No sabemos cuánto durará esta situación, ni si una vez superada lo estará para siempre. Así que aquellas empresas que sean capaces de desempeñar parte o toda su actividad de forma remota, harán bien en establecer las medidas necesarias para que su gestión y productividad resulten óptimas. Y no solo ahora, sino también en futuros escenarios.
Existen sectores importantes que, en realidad, no necesitan que sus empleados estén físicamente en la empresa para continuar su producción, aunque hasta ahora vinieran exigiendo su presencia. Teletrabajar puede proporcionar beneficios tanto a la organización como a los trabajadores, porque, entre otras ventajas, ahorra costes, facilita la conciliación personal y laboral, reduce el estrés… e incluso la contaminación. Y ahora también las posibilidades de contagio.
Sin embargo, son muchos los desafíos que deben superar las corporaciones para continuar produciendo y alcanzando nuevas metas, como la seguridad informática, el coste de la tecnología, etc. Estos son algunos de los retos más difíciles:
Desafíos legales. Quienes trabajan de forma remota tienen los mismos derechos y obligaciones que si lo hicieran en la empresa. Por lo tanto, deben registrar sus horas de trabajo, los tiempos extras, los descansos, los permisos, las bajas… igual que si acudieran a su sede. Esto no significa que no se pueda aplicar la flexibilidad en cuanto a horarios, porque muchos empleados conviven con niños o con mayores, y su día a día no es el mismo que cuando dejaban a sus hijos en el colegio o a sus padres en el centro de mayores. Con esto quiero decir que el trabajo debe orientarse más hacia objetivos que a la rigidez de jornada, aunque las directrices de funcionamiento sí deben ser absolutamente claras para todo el mundo.