Sin duda alguna, Canadá es una de los países con más diversidad étnica. Por razones laborales y temas migratorios, personas de diferentes puntos del mundo han optado por hacer de Canadá su nuevo hogar. Este fenómeno ha hecho que no solo este país sea rico en diversidad cultural, también el convivir bajo el mismo cielo ha logrado que el corazón de sus habitantes se convierta en multicultural.
Que simple y complicado puede ser hablar del amor, más aún si nos atrevemos a hablar de este sentimiento entre dos personas de distintas culturas. Aunque este tema cada vez deja de ser tabú, no deja de asombrar a muchos las innumerables mezclas de razas que se pueden observar. Es fascinante ver la mezcla de colores de esas parejas consideradas disparejas, pero muy desapacible escuchar comentarios pesimistas al respecto. A menudo soy testigo de preguntas, murmullos, y miradas asombradas y juzgadoras sobre el amor entre dos culturas o dos colores. ¿Qué de raro tiene que dos personas se enamoren? Desafortunadamente, muchos creen que una relación multicultural es simplemente imposible de lograr.
¿Imposible de lograr? Esta es una frase que los verdaderos enamorados y soñadores que no creen en diferencias de colores no considerarían. Estoy seguro que ellos la reemplazarían con “soñar y querer son el principio de lograr”. Obviamente una relación entre dos personas de diferentes mundos no es fácil. ¿Pero qué es fácil en este mundo? Lo fácil no siempre se valora, no siempre vale la pena y muchas veces no perdura. Por lo contrario, lo difícil atrae, lo que se dice imposible cautiva, y cuando añadimos el elemento del amor, lo que se creía imposible se hace posible. No existe una visa para cruzar las fronteras del amor, ni mucho menos una fórmula para tener éxito en este territorio. Sin embargo el éxito es posible si mantenemos las fronteras de la mente y el corazón abiertas para comprender que todos somos iguales y distintos. Nuestra capacidad de conocernos y aceptarnos nos lleva a un punto intermedio, ese punto en donde dos personas se encuentran y pueden llamarse complemento.
Personalmente podría nombrar un sinnúmero de parejas, consideradas disparejas, felices que lograron complementarse y enriquecerse mutuamente. Una de ellas es Jessica, una guapa gringa canadiense compañera de clase, enamorada hasta los huesos de José, un apuesto mexicano al que ella considera “su complemento, su media naranja o simplemente el jalapeño que le faltaba a su taco”. También está Pedrito, un gran amigo de mi infancia, que comparte su vida con una simpática francesa. Muchos dudaron de su relación, pero su amor fue más fuerte que las dudas ajenas. Sus dos hermosos retoños son prueba que lo que muchos creían imposible, el amor lo hizo posible. Ellen, la estadounidense, es otro ejemplo; dejo Disneyland convencida que su vida no tenía sentido sin su “double double” de Tim Hortons cada mañana al lado de su canadiense. De igual forma podría mencionar a otros conocidos míos como la peruana con el guatemalteco, la blanquita con su chocolatito caribeño o el galán de barbas largas con su pequeña oriental de ojos rasgados; todos, personas que no creyeron en lo que muchos llaman imposible.
Muchos limitados de mente simplemente dicen, dos personas de diferentes mundos no funcionan. Pero ¿acaso los hombres no son de Marte y las mujeres de Venus? Es cierto, tanto el hombre como la mujer somos de diferentes mundos y esto no es impedimento para que “funcionemos” y seamos felices. No olvidemos que para el amor no existen individuos de distintas nacionalidades o de distintas galaxias, por así decirlo, solo “el uno para el otro”. El amor es complicado pero sin él la vida no tendría sentido. El punto es que dos personas, sin importar de qué planeta vengan, pueden compartir sus mundos y crear un solo universo.
No olvidemos que el amor es un juego al que todos, sin importar raza, color o religión, jugamos. Es un juego de reglas inciertas que muchas veces nos transforma en locos jugando a ser cuerdos. Puede llegar a ser un juego peligroso ya que nos convierte en marionetas de nuestros sentimientos y esclavos de nuestras locuras. Puede también ser un juego impredecible en el que se arriesga mucho, pero hasta cuando se pierde se gana. Atrévete a jugarlo sin temor a perder. Uno nunca sabe si este juego puede llegar a ser parte del mejor capítulo de tu libro. No dejes que lo que puede ser la historia más hermosa de tu vida solo llegue a ser la historia que pudo ser.
Manuel A. Oliva Guardamino
Estudiante de la Universidad de York
Honours BA, Spanish
Certificate in Spanish/English Translation