Las ostras se ponen en la mesa, desde la época de los romanos. Esta pequeña delicia gastronómica es ancestral y han sido parte de la alimentación de los pueblos costeros desde la prehistoria. Son exquisitas, elegantes, afrodisíacas y ricas en minerales como el calcio, el zinc, el cobre y el selenio.
Si eres fan de ellas, y te pones tan feliz como yo al comerlas, lee esto para que tu experiencia sea siempre memorable:
- Cómpralas frescas, en un mercado o restaurante en el que confíes. Consumir una ostra que no esté en su estado correcto es muy peligroso.
- No juzgues su precio. Crecen una pulgada por año, tienen de 3 a 4 años cuando las disfrutamos, aunque en cautiverio pueden vivir hasta 20 años.
- En la temperatura y humedad correcta, pueden durar hasta dos semanas fuera del mar.
- Cuando las compras tienen que estar cerradas y vivas. Si las compras para consumir en casa y encuentras alguna abierta, descártala.
- En casa guárdalas en la nevera, sobre hielo, sin lavarlas, sin taparlas, con el lado más pronunciado hacia abajo y con un paño húmedo sobre todas ellas.
- Si no las abres tú mismo en casa, que las abran frente a tí en la pescadería o en el restaurante.
- Casi todas las ostras que consumimos son de EU, si vives en estados que las producen, apoya el producto local, que siempre será más fresco.