La toma de decisiones es una habilidad que supone responsabilidad, seguridad en uno mismo, implicación del equipo, rigor en la preparación, evaluación de los resultados y, sobre todo, sentido común, que no es más la inteligencia práctica.
No se puede ser un buen líder tomando decisiones si existe miedo al riesgo, dudas, indecisión, pero eso tampoco significa que haya que lanzarse a la piscina antes de comprobar si hay agua. El 14 de diciembre de 1911, el explorador noruego Amundsen y sus compañeros conquistaron el Polo Sur; llegaron 35 días antes que el malogrado Scott y sus cuatro hombres.
La historia ha demostrado que Amundsen actuó como un profesional, mientras que Scott fue un aficionado que cometió numerosos errores en la planificación y durante el transcurso del viaje.
Las decisiones empresariales no siempre son tan trascendentes; es decir, no tienen por qué suponer la vida o la muerte de una empresa, pero siempre hay que saber elegir el camino apropiado por si acaso no existe una segunda oportunidad.