Según una encuesta del 2014, un tercio de los canadienses preferían comprar árboles artificiales porque consideraban que eran mejores para el medio ambiente. Sin embargo, la mayoría aun prefiere árboles de verdad.
Se trata de un gran negocio la venta de árboles de navidad. Solo en el 2015 Canadá facturó $78,4 millones de dólares por ventas de árboles naturales. Además, el año pasado se exportó 1,7 millones de árboles a los Estados Unidos.
Mientras que los árboles de verdad son biodegradables, dan oxígeno y absorben CO2, los árboles artificiales no son biodegradables solo se descomponen en piezas cada vez más pequeñas y son un peligro para el medio ambiente, en especial los océanos.
Pero los arboles naturales también emiten carbono, no directamente, pero por ejemplo con los fertilizantes que emplean en ellos, el consumo de combustible que se usa para transportarlos, la quema de madera después de su uso, etc.
Según un estudio de PE International, si se usa un árbol artificial al menos durante cuatro años (o más) su huella de carbono será menor que si un hogar compra un árbol nuevo y natural cada Navidad.
