Escribí un par de versos al aire con la esperanza que te encontraran. Sin saber dónde te hallabas los recité con la ilusión que el viento se los llevara y te abrazaran. No vi en qué dirección siguieron, pero pude sentir que te encontraron. Escondí en ellos mis deseos de reservar el espacio que solo tú podías llenar y de esperar incansable por tu llegar. Sabía que solo tú los podías encontrar.
Nos conocíamos desde hace mucho, pero nos faltaba encontrarnos. Durante la distancia que se rindió ante lo nuestro, compartimos la luna de noche y confiamos que el viento jugara a ser nuestro aliado. Sabíamos de destino más no de lugar, y confiamos que nuestro aliado llevara mis versos y caricias hacia la costa de tus labios y que empujara tus pensamientos y sueños hacia el puerto de mis ganas.
Le rogué a quien no sabía si existía con fe que me escucharas y una estrella brilló y corrió hacia mí ratificando que tú también me buscabas. La noche acabó y dejé de pensarte dormido para soñarte despierto. Seguí mi camino con la misma ilusión de encontrarte al final de mi vereda sin saber que sería yo quien te encontraría al final de tu escalera.