Al final de tu escalera, te amé antes de conocerte

Una hermosa carta de amor para esa persona tan especial en San Valentín
por Manuel A. Oliva
Toronto · Publicado el: 12 febrero, 2019

Escribí un par de versos al aire con la esperanza que te encontraran. Sin saber dónde te hallabas los recité con la ilusión que el viento se los llevara y te abrazaran. No vi en qué dirección siguieron, pero pude sentir que te encontraron. Escondí en ellos mis deseos de reservar el espacio que solo tú podías llenar y de esperar incansable por tu llegar. Sabía que solo tú los podías encontrar.

Nos conocíamos desde hace mucho, pero nos faltaba encontrarnos. Durante la distancia que se rindió ante lo nuestro, compartimos la luna de noche y confiamos que el viento jugara a ser nuestro aliado. Sabíamos de destino más no de lugar, y confiamos que nuestro aliado llevara mis versos y caricias hacia la costa de tus labios y que empujara tus pensamientos y sueños hacia el puerto de mis ganas.

Le rogué a quien no sabía si existía con fe que me escucharas y una estrella brilló y corrió hacia mí ratificando que tú también me buscabas. La noche acabó y dejé de pensarte dormido para soñarte despierto. Seguí mi camino con la misma ilusión de encontrarte al final de mi vereda sin saber que sería yo quien te encontraría al final de tu escalera.

Para ajenos era una locura creer que existíamos y más absurdo creer que podíamos, pero para nosotros era cordura saber que llegaríamos. Nos presentó el destino  y un cruce de miradas con un roce de manos en el último escalón de tu bajada bastaron para saber que éramos a quienes buscábamos.

Salté hasta el amarte sin decir quererte y aposté por adorarte sin tenerte presente. Te conocí sin verte y no dudé reservar mi todo apostando algún día tenerte. Ahora que estás aquí, confirmo que todos mis sueños se convirtieron en ti. Lograste cambiar mi preocupación porque la noche continuara por mi desesperación a que el día comenzara.

Volví a escribir un par de versos al aire y los recité sin importar qué dirección tomaran y sin preocuparme por su llegada. Esta vez, el brillo de tus ojos me ratificó que te encontraron.

Para ajenos era una locura creer que existíamos y más absurdo creer que podíamos, pero para nosotros era cordura saber que llegaríamos. Nos presentó el destino  y un cruce de miradas con un roce de manos en el último escalón de tu bajada bastaron para saber que éramos a quienes buscábamos.

Salté hasta el amarte sin decir quererte y aposté por adorarte sin tenerte presente. Te conocí sin verte y no dudé reservar mi todo apostando algún día tenerte. Ahora que estás aquí, confirmo que todos mis sueños se convirtieron en ti. Lograste cambiar mi preocupación porque la noche continuara por mi desesperación a que el día comenzara.

Volví a escribir un par de versos al aire y los recité sin importar qué dirección tomaran y sin preocuparme por su llegada. Esta vez, el brillo de tus ojos me ratificó que te encontraron.

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